Este libro revisa qué es, cómo influyó y se manifestó la cultura simbólica y visual desde el siglo XVI, durante la Nueva España, hasta
expresiones ocurridas ya entrado el siglo XIX en el México independiente. Se exploran algunos de los caminos que tomó durante el virreinato y las últimas
manifestaciones del género de la emblemática, ya sea como resabios de un saber
ancestral para unos cuantos trasnochados o como objeto de divertimento para
espíritus eruditos. Fiesta, duelo y ascetismo, son en apariencia términos oxímoros,
pero reflejan los contextos en los cuales se expresó una combinación de imágenes –no siempre presentes, pero sí descritas— con palabras. La estructura del emblema fue clave y tuvo un amplio uso que pasó de los libros a la fiesta
pública, ya sea religiosa o política; en las ceremonias funerarias de altos
dignatarios, o en la meditación monástica e incluso individual. El autor
plantea que el género de la emblemática no sólo trascendió el Renacimiento y el
Barroco, sino que su estructura es todavía un amasijo persuasivo por sí mismo,
y que, como instrumento, nos ayuda a entender una cultura simbólica que perduró
durante el periodo novohispano y lo trascendió.