Cuando decimos que un músico toca de oído nos referimos a que su entendimiento de la música se debe más a un asunto de lírica y comprensión instintiva que el estudio y el conocimiento académico. Por ello, Vivir de oído hace una forma semejante de hundirse en la vida y sus incidencias, la memoria y sus sorpresas, la cotidianidad y sus rupturas. Los ruidos que escuchamos con distracción y recibimos como señales equivocadas de las cosas que nos rodean; las ilusiones ópticas a partir de los que inventamos mundos más divertidos y alucinantes que este; el despertar en compañía que nos hace ser otros, distintos a todos los días; las reflexiones existenciales de un hombre que tiende su cama; las presencias animales con las que cargan un diario el ser humano.