Cuando permites que la Palabra de Dios penetre en tu vida, esta traerá luz y sabiduría a tu camino, y podrás decir como el salmista:
En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen (Salmo 119:16, 33-38).