En el mundo donde habitas hoy, ¿puedes imaginar que fuiste creado solo para ver y disfrutar? ¿Logra tu mente contaminada con tanto dolor y sentido de competencia, comprender que mi Padre no buscó más que tu felicidad? Dirás que solo un loco idealista podría creer eso, pero los así llamados somos los ángeles que decidimos quedarnos en este hermoso planeta, el cual convertiste en un infierno. ¡Un infierno, criatura terrena! Y aquí yo, mezclado con tu raza, tuve que compartir durante millones de años de existencia, observando y sufriendo esta pesadilla a la cual tu padre terreno nos condenó a todos.
Eres humano, naciste de uno, te enseñaron todo lo que estos debían aprender, estás adaptado a la existencia de tu especie. Los ángeles no somos humanos, no nos adaptamos a ver y vivir en tu imperfección. Sufrir la presencia humana ha sido un peso gigante, un calvario, un infierno insoportable, pero aquí estamos, por milenios tratando que tu razón se abra al entendimiento y puedas ver la luz, esa que no es otra cosa que la verdad de tu existencia, de tu creación. Mirar y disfrutar, qué simple, ¿verdad?