Una de las razones por las que me sumé a la mesa de escritores del programa de televisión Alfred Hitchcock presenta fue por su interés en John Collier. Aquella serie adaptó quince de sus relatos, entre los cuales “Sábado húmedo” ocupó un lugar central. Si Hitch es suficientemente bueno para Collier, es suficientemente bueno para mí, pensé.
Años después, tras asistir a una cena de premiación con Rod Serling, el creador y anfitrión de La dimensión desconocida, me confesó que, aunque estaba por comenzar una serie nueva, no sabía mucho sobre fantasía y ciencia ficción. “Ven”, le dije, y lo llevé a mi sótano para enfundarlo con libros de Richard Matheson, Charles Beaumont, Roald Dahl y la cereza del pastel: John Collier. “Listo. Ahí tienes tu dimensión desconocida.” Rob se fue con los brazos llenos de tesoros.