La máquina del tiempo

si rememoro algún acontecimiento de un modo intenso, estoy volviendo al instante en que tuvo lugar. Me abstraigo, como se suele decir, y salto hacia atrás, aunque sea por un instante. Por supuesto no somos capaces de permanecer en el pasado ni por un instante, del mismo modo que un salvaje o un animal no puede quedarse ni un instante flotando a seis pies del suelo. Pero un hombre civilizado es superior al salvaje en ese aspecto: podemos contrarrestar la gravedad con un globo. ¿Y por qué no podríamos suponer que llegará un momento en que seamos capaces de detener o acelerar nuestro tránsito a través de la dimensión tiempo, o incluso darle la vuelta y viajar en sentido contrario?

Qué ocurriría cuando se corriese por completo aquella brumosa cortina? ¿Qué habría sido del género humano? ¿Y si la crueldad se había convertido en moneda común? ¿Y si en todo aquel tiempo la especie había perdido su humanidad y se había convertido en algo inhumano, carente de compasión y con un poder sin límites? Sin duda les parecería un animal de otros tiempos, más desagradable cuanto mayor fuera nuestro parecido… una criatura asquerosa a la que habría eliminar cuanto antes.

Hace tiempo tuve una idea, apenas un atisbo, acerca de una máquina…
—¡Para viajar en el tiempo! —exclamó el Joven.
—Para viajar en cualquier dirección espacial o temporal que el conductor desee.

De hecho, el mundo entero está totalmente errado en esa idea. Escapamos continuamente del presente. Nuestra existencia mental, inmaterial y sin dimensiones, se traslada por la dimensión tiempo, desde el nacimiento hasta la muerte, a una velocidad uniforme

, no puedes escapar del presente.

Es evidente que cualquier cuerpo real debe existir en cuatro direcciones. Debe tener largo, alto, profundidad… y duración.

Una ley de la naturaleza que a menudo no tenemos en cuenta nos dice que la versatilidad intelectual procede del cambio, el peligro y los problemas. Un animal totalmente adaptado a su entorno es un mecanismo perfecto. La naturaleza nunca utiliza la inteligencia mientras el hábito y el instinto son suficientes. No hay inteligencia donde no hay cambio ni necesidad del mismo. Solo aquellos animales que tienen que enfrentar un amplia variedad de necesidades y peligros la desarrollan

Escapamos continuamente del presente. Nuestra existencia mental, inmaterial y sin dimensiones, se traslada por la dimensión tiempo, desde el nacimiento hasta la muerte, a una velocidad uniforme.

La naturaleza nunca utiliza la inteligencia mientras el hábito y el instinto son suficientes. No hay inteligencia donde no hay cambio ni necesidad del mismo.

Así que, adelante, enfréntate a este mundo, aprende sus modos y maneras, y no te precipites en adivinar su significado. Al final, encontrarás pistas que te conduzcan a la solución.»