En cuanto a la institución de la familia y las emociones que surgen de ella, los celos feroces, el amor por los hijos, la preocupación de los padres, todo eso se justifica en la necesidad de proteger a la propia descendencia. ¿Protegerla de qué, os podéis preguntar? En nuestro mundo moderno hay un sentimiento creciente de repulsa hacia los celos conyugales, la maternidad feroz, la pasión excesiva en cualquier campo. Cosas que hoy nos parecen innecesarias y nos hace sentir incómodos, vestigios de salvajismo que no tienen cabida en una vida tranquila y ordenad