¿Y si no es suficiente?

sé si será por lo diminutos, pero cuando somos niños la alegría parece no caber en el cuerpo.

Si la muerte era irremediable, que al menos ese rato de vida valiera la pena.

No era rencor, tampoco timidez. Nos volvimos desconocidos. No era falta de amor, pero ninguno de los dos sabía a qué persona querer. Quién era el otro, incluso quién era uno.

Los peluqueros son tan esenciales en nuestra vida como una almohada mullida para poder dormir. Una charla en esa silla que subía y bajaba, mirarlo en el espejo mientras él tocaba mi pelo, me salvó más de una vez.

No sé si será por lo diminutos, pero cuando somos niños la alegría parece no caber en el cuerpo. A veces los padres no saben cuánto espacio ocupan las emociones en el cuerpo de un niño; todo es muy intenso, las alegrías y también las tristezas. No se deben minimizar las tragedias cotidianas de los niños, por más ridículas que parezcan a ojos de los adultos.

Mi papá ya casi no tiene rulos, pero ahora yo sí. Sentía el deber de continuar el legado, ser la representante de los rulos de la familia.

La muerte, a veces, esconde en la tragedia una pizca de comedia para recordarnos que, a pesar de todo, seguimos vivos.

Mientras me aplicaban el producto que me hacía arder los ojos tuve un pensamiento que me estrujó el estómago: “¿Cómo le voy a explicar a mi papá que por dos meses no verá mis rulos?”. La culpa siempre encuentra un hueco para acomodarse.

La muerte, a veces, esconde en la tragedia una pizca de comedia para recordarnos que, a pesar de todo, seguimos vivos

Cuándo se termina de pagar una deuda de amor?