No sé si será por lo diminutos, pero cuando somos niños la alegría parece no caber en el cuerpo. A veces los padres no saben cuánto espacio ocupan las emociones en el cuerpo de un niño; todo es muy intenso, las alegrías y también las tristezas. No se deben minimizar las tragedias cotidianas de los niños, por más ridículas que parezcan a ojos de los adultos.