Es éste un volumen para incondicionales del autor de “Catedral”, un lujo de edición que contiene sus primeros relatos en revistas, poemas, una novela inacabada, introducciones, prólogos o epílogos en labores como antologista de piezas cortas, crítica literaria y un par de gozosos y últimos ensayos en que sin olvidar nada de lo anterior, pretende no trascender demasiado o al menos más de lo que su personaje le pudiera hacer creer. Prologado por su editor en Estados Unidos y su esposa y compañera, la poetisa y narradora Tess Gallagher, la obra supone algo más que un cúmulo de rarezas, sino toda una declaración de intenciones sobre lo que como lector y escritor es toda una moral: la de la precisión y concisión no en tanto en busca de una verdad como en Hemingway, cuánto en la creación de belleza procurando que ni las huellas del autor se vean demasiado ni que las actitudes en las historias se salgan de una mera acción y consecuencia, algo que se mueva y no acabe destruyéndose a sí mismo, la idea de narración como algo que atrapa tanto que ni un incendio en tu propia casa te haga separarte de su flujo de pensamiento por más que cierres el libro.