houou, el pájaro sagrado -me explicó Matsuda Shingen, el abad del templo de Terayama-. El ave se le apareció a Shigeru, tu padre adoptivo, cuando era un muchacho de tan sólo quince años, más joven de lo que tú eres hoy. ¿Te habló de aquello alguna vez, Takeo?
Hice un gesto de negación con la cabeza. Matsuda y yo nos encontrábamos en su alcoba, situada en un extremo del claustro que rodeaba el patio principal del