la fruta los atrae, la tapa evita que escapen y el amoníaco de la arena los asfixia y los preserva intactos.
Los bichos no mueren en vano. Los uso para mi arte, ordenando sus cuerpos de modo que formen siluetas y formas. Flores secas, hojas y trozos de cristal añaden color y textura a los patrones que forman los insectos sobre fondos de yeso. Son mis obras maestras… mis mosaicos macabros.
Los alumnos de último curso hemos salido a mediodía del instituto. Llevo casi una hora trabajando en mi proyecto más reciente. Un tarro lleno de arañas aguarda entre los utensilios de arte que ocupan mi escritorio.
El dulce aroma del solidago entra en mi dormitorio por la ventana. Florece en un prado que hay cerca de mi casa, atrayendo a un género de araña cangrejo que cambia de color —como un camaleón octópodo— para moverse sin ser detectado entre las flores amarillas o blancas.