A todas horas, en el dolor de su extenuación, se repetía: «No tengo ni padre ni madre ni amante ni lugar asignado en el mundo de las cosas. Mi sitio no está en Beldover ni en Nottingham ni en Inglaterra ni en este mundo, nada de esto existe, estoy atrapada y atada, pero todo es irreal. Tengo que salir de aquí, como una nuez de su cáscara de irrealidad».