Todavía sueño frecuentemente con él, sueños embarullados o sin gran interés, pero también otros sueños donde hablamos largamente. Sueños significativos, premonitorios, que me dicen o me muestran algo. Sueños eróticos también, a veces a dos, él y yo, pero más a menudo a tres, con la poeta haitiana, sueños de una potencia y de una intensidad espantosas, de donde emerjo siempre temblando, casi muerta. Pero después de aquel viaje a Buenos Aires, le dije adiós. Lo acojo cuando vuelve a mí. Pero no lo busco.