Todo en esta vida es efímero, incluso la voz. Las palabras, lo que te estoy diciendo ahora mañana no estarán, no podrás oírlo. Pasa en un instante y por eso se inventaron decenas de métodos de grabación. Para retenerla. Para reescucharla. Pero hay otra forma de mantenerla más allá de un registro sonoro. El sonido puede transformarse en un objeto y, así, no solo se inmortaliza en el tiempo. También pasa a otro plano, al espacio.