La protagonista refleja muy bien a una puberta con incertidumbres y miedos: en lugar de acercarse a pedir ayuda o mínimo a platicar con los que la rodean, se encierra en sí misma y se vuelve agresiva. Sin embargo, conforme avance la historia, iremos descubriendo junto con ella que hay otras maneras de relacionarse con los demás.
En cuanto a los adultos, tenemos por un lado a su mamá y a los profesores de la escuela, quienes por el simple hecho de serlo no le provocan confianza a Laura; y por otro lado a los que conocerá y le servirán de apoyo Tona, Morgana y Carlos quienes le demostrarán que más allá de las apariencias, son las acciones las que demuestran cómo es una persona realmente.
El asunto con el papá me conmovió y me sorprendió la manera en la que la autora supo cómo manejarlo sin caer en el sentimentalismo.
Una historia para compartir con los pubertos, para fomentar la comunicación con ellos y para darnos cuenta de que a veces hay más conflicto que los que a simple vista podemos percibir.