A lo largo de estas conversaciones, los historiadores partieron del mundo mesoamericano reflexionando sobre los sacrificios humanos entre los aztecas, el esplendor barroco de la Nueva España, las condiciones modernas o antimodernas de nuestra Independencia, la intemperancia de las guerras de Reforma, la violencia durante la Revolución y el terror durante la Cristiada; el régimen cardenista y la falsa o relativa fortaleza del Estado surgido de la Constitución de 1917. El reparto es, predeciblemente, magnífico: Moctezuma, la Malinche y Cortés, el arzobispo Palafox y Mendoza, los virreyes borbónicos, los curas Hidalgo y Morelos, el emperador Iturbide, los revolucionarios de 1910 encabezados por Madero y Villa. Junto a los héroes y los antihéroes, los historiadores no olvidaron a los mexicanos comunes y corrientes que han hecho y sufrido la historia.