Sería mucho mejor si los hombres le hicieran promesas a la tierra. Algo así como decirle: «Yo te cuidaré, no dejaré que otros vuelvan a lastimarte. Cada dolor que te causen será mi dolor. Madre Tierra, yo te perdono todos estos años de exilio.» Son hermosas palabras, Melkar; y las palabras alivian el daño, sanan las heridas y ayudan a que el destino de este mundo sea diferente de éste que nos espera. ¿No me crees? Oh, Melkar, sería muy bueno si ustedes, los hombres, aprendiesen a hacer promesas a la Tierra Rota.