Un día tan ordinario como cualquier otro, Maré entra a su edificio y encuentra un manojo de llaves en la cerradura del departamento 102. Al parecer la vecina había tenido el descuido de dejar sus llaves, pero Maré no puede evitar engancharse en ese anzuelo que lo llevará a descubrir un crimen y un valiosísimo lápiz de labios del señor presidente, que no es precisamente un tubo de carmín ni tiene que ver con enredos políticos.