Pero había algo más, que de pronto se escurrió entre los pies de Coraline y estuvo a punto de tirarla. La niña se sujetó antes de caer, aprovechando su propio impulso para seguir avanzando. Sabía que, si se caía, no podría levantarse. Fuese lo que fuese lo que había en aquel pasillo, era mucho más viejo que la otra madre, y era profundo, y lento, y sabía que ella estaba allí...