Escondido tras el amanecer del sentimiento siempre se esconde, amenazador, el fantasma de la melancolía. Agazapado tras la urgencia, la inevitable finitud, en el límite de la posibilidad de la palabra y la experiencia, surge la tristeza como la más sublime representación del amor y su inevitable destino: su ocaso y la aniquilación. Será en el pálpito de ese sentimiento donde nace la verdad del verso.
Impulsado desde esa angustia por la inevitable catástrofe del amor, surge la pasión que, abarcando lo inaccesible, une definitivamente el alma de los que se aman. Y es en ese grito por la impotencia del amor cuando el alma de los amantes se une en un abrazo inmortal e indestructible creando el instante del más puro sentimiento, hecho verso, en aquellos que se aman.
En esa paradoja del amor soñado y perdido nacen los versos de este libro. Y es por ello que, a pesar de la tristeza que embarga a muchos de los poemas que lo componen, se destila entre sus versos un destello de un amor acaso perfecto e indestructible, porque es capaz de esconderse más allá de las estrellas. Allí donde sólo se encuentran los que de verdad se aman.