—De veras. Sin embargo, hay una cosa que…
—Dime lo que sea. —A ella no le importaba lo que él quisiera con tal de que fuera cierto que estaba enamorado de ella.
—¡Nick! —llamó a su gemelo—. ¿Te importaría traerme mi pistola? —añadió cuando se acercó su hermano—. Callie la necesita.
Callie estalló en carcajadas, comprendiendo su intención al instante, y el ruido reclamó la atención de los demás hombres.
—¡Gabriel, no!
—Oh, claro que sí, mi diablillo —dijo él con la voz teñida de humor y amor—. Quiero acabar con esa condenada lista de una vez por todas. Es un peligro para tu reputación y, evidentemente, para mi persona. Y, como esta mañana ya has tachado uno de los puntos que quedaban: asistir a un duelo, confío en que podamos matar dos pájaros de un tiro y darte la oportunidad de disparar un arma ¿no crees?