La expresión “ciudad latinoamericana” remite hoy con exclusividad a las grandes metrópolis que crecen sin control, escenarios amenazantes de violencia e inseguridad. Este libro reconstruye, en cambio, una historia fulgurante en la que la “ciudad latinoamericana” imantó el pensamiento y la acción, como punto de cruce entre los lenguajes de las ciencias sociales en su momento más experimental, los proyectos planificadores y la imaginación política. De 1940 a 1980 esa figura dio lugar a una “internacional latinoamericana” de increíble potencia, conformada por intelectuales, expertos, instituciones y Estados para quienes estudiar el territorio urbano era el paso indispensable para la transformación regional.
A partir de una investigación tan inspirada como ambiciosa, que lo llevó de los archivos europeos y norteamericanos a un recorrido por esa “ciudad latinoamericana” móvil, que se desplaza de La Habana a Santiago de Chile, de Lima a Buenos Aires y Río de Janeiro, de Puerto Rico a San Pablo, de Brasilia a México, de Caracas a Bogotá, Adrián Gorelik traza el ciclo histórico de esa figura, que tiene dos momentos. El primero, hasta fines de los sesenta, está atravesado por el entusiasmo modernizador, con la creencia de que las ciudades son la puerta a ideas y estilos de vida que van a liberar a América Latina de las cadenas del tradicionalismo y el subdesarrollo. Pero a medida que el optimismo reformista cae, el segundo momento mira las ciudades con otra óptica: bajo la clave de la dependencia, empieza a identificarlas con la reproducción de un orden injusto que solo la revolución –venida de aquel polo antagónico, el campo— podrá cambiar. Ambos momentos están marcados por la presencia dominante de los Estados Unidos y la incidencia de sus figuras, ideas e instituciones, en un contexto en el que la Guerra Fría redefine el campo académico-intelectual y el político.
Colocando a la ciudad en el centro de la dinámica intelectual, Adrián Gorelik produce una nueva mirada sobre el período en el que con mayor fervor llegó a formularse la idea de Latinoamérica como proyecto, sea en versión desarrollista o revolucionaria. Y, en la senda de grandes clásicos como Richard Morse, José Luis Romero o Ángel Rama, a quienes dedica los últimos capítulos, lo hace desde un prisma original, que funda un campo de exploración y da nueva inteligibilidad a una época.