Borges vivió en la compañía de Góngora desde su adolescencia; sin darse cuenta, a lo largo de su vida construyó una productiva amistad lírica con él: descubrió sus palabras, su “agasajo legible y hasta memorable”. En Borges y Góngora: un diálogo posible, la autora busca lo que Borges y Góngora tienen en común. Con esta convicción en mente, a partir de los propios versos de los dos poetas, y de los comentarios y algunos textos narrativos del primero, intenta dar cuenta de algunas de las razones de esa comunión entre el poeta cordobés y el bonaerense.