El vientre es un refugio y a la vez una garra.
Y a veces se necesita volver.
Sentirse cobijada por esa tibieza y esa oscuridad de la casa primigenia.
Pero una ya sabe respirar y devolver sería un ahogamiento.
Entonces, se aleja.
Y luego no hay remedio, porque una se ahoga adentro y afuera.
Pero, cuando se es niño, todo se permite.
Entonces está bien regresar al origen cuantas veces se quiera y ahogarse y confortarse y saberse de alguien.
Yo nunca regresé porque mi madre se quitó la vida a los días de que nací.