Este es un diccionario bastante atípico. En principio, se trata de una obra pensada para ayudar a los visitantes argentinos a comprender palabras y expresiones uruguayas como boniato, lampazo, champión o caldera. Pero ¿es solo eso?…
Su subtítulo, Pequeño diccionario ilustrado de uruguayismos para porteños, bien podría haber sido Pequeño diccionario para el desprolijo que todo rioplatense lleva dentro, y resultaría un buen complemento. O Pequeño diccionario para ar-mar tremendas polémicas en las tertulias de boliche con la barra de amistades, y resultaría un perfecto título futurológico. Pequeño diccionario para atizar sensi-bilidades varias, sin duda, también aplicaría.
La propuesta de Gustavo Fripp encierra todo eso y más, y nos invita incluso a participar activamente, sabiendo que pocas cosas suelen entusiasmar más a los hablantes de una lengua que discutir sobre ella, sobre el vocabulario propio y ajeno.
Por añadidura, el autor nos propone reencontrarnos con un estilo de humor irreverente, común en ambas orillas, que recupera la carcajada como una con-secuencia natural de la crítica y del ejercicio de mantener la mente afilada para resistir tiempos duros.