A cuarenta años de su publicación, El frasquito sigue siendo un libro único en la literatura argentina, sigue deslumbrando con su lengua y su mundo, y es un emblema de la escritura entendida como una ética, como un mandato que el estilo, si tal cosa existe, configura. Esta edición recupera la imagen de tapa que tuvo en 1973, e incorpora un prólogo que Luis Gusmán escribió en 1984.
«La década del setenta precipitó muchos acontecimientos que El frasquito, en su condición de testigo, no prefigura ni promete, hecho que tampoco lo convierte en un souvenir más de la época. Por suerte no es el carácter profético ni enfático de las historias del siglo veinte el que nos permite releerlas; la tranquilidad de la resurrección reside en esta lenta o lerda manifestación de singularidad que El frasquito conserva sin mácula» (Luis Chitarroni, fragmento del Prólogo).