Estaban los que era difícil mantener afinados, con intervalos que cambiaban tan sólo unas horas después de afinarlos. CD 226 era por mucho el peor. En la opinión de Edquist, era un piano perro. A veces, varias horas después de llegar a su casa del trabajo y en medio de su rutina nocturna, recibía una llamada de Muriel Mussen, la gerente de conciertos de Eaton’s, pidiéndole que tomara un taxi y fuera inmediatamente porque tal o cual pianista, que estaba en la ciudad para dar un concierto, encontró CD 226 intocable