Convencido de que para alguien con sus aspiraciones
literarias podía convenir vivir en el país de Franz Kafka y de
Milan Kundera, el joven Eugen Salmann acepta la propuesta
que le hacen de irse al este europeo. Ni de lejos sospecha este
aprendiz de escritor que en Praga no conseguirá ni abrir una nueva filial para su empresa ni escribir una sola línea. Más
aún: como si fuera un personaje de Kafka, más que escribir
una novela… ¡se encuentra viviendo dentro de una! Las ficciones se hacen realidad y se tornan peligrosas.
En medio de su atormentado y ridículo sufrimiento,
Eugen se deja seducir por mujeres maduras mientras
persigue infructuosamente a las jovencitas, esta vez como
si fuera uno de los más cómicos personajes de Kundera.
Vagabundo en una ciudad que no es la suya, conoce
a una extraña comunidad presidida por un maestro genial
y a una bibliotecaria de aspecto angélico que, discreta y mágicamente, le ayuda a comprender y a convivir con las grandes preguntas de la existencia.
¿Contra la juventud? Sí, porque a esa edad uno sólo es el
pensamiento que ocupa la mente y el corazón: la posesión
amorosa. Contra la juventud porque los ideales se disparan
en esa edad hasta cotas lejanísimas y grotescas. Contra la juventud porque la inexperiencia siembra, necesariamente,
devastación. Y contra la juventud, en fin, porque ningún
joven es todavía él mismo, sino sólo quien le gustaría ser.
No, definitivamente no es un honor ser joven. La juventud:
esa etapa de ensayos y de errores.
Con ironía y compasión, Pablo d’Ors ha escrito una novela
sobre el joven que todos somos o hemos sido, un libro que es espejo y ventana al mismo tiempo y que, como Kafka deseaba
para sus textos, nos despierta como un puñetazo en la cara.
Una poética narrativa sobre el erotismo y el misticismo. Una obra sobre lo cerca que está lo que buscamos lejos, sobre el veneno de la soledad y la necesidad de la impostura, sobre ese punto de la vida, tan demoledor como constructivo, en el que el regreso ya no es posible.