No hay ya nada de filosofía, solo filosofar, lo que consiste en desentrañar errores en el pensar. Estos aparecen por fallos lingüísticos. El lenguaje ya no es una figura del mundo, es más bien como una red con muchos hilos interconectados. Nuestro entendimiento se enreda cuando usamos mal una palabra en una situación en la que no se puede aplicar. La tarea de la filosofía es un esforzado desenredar estos nudos; por eso es la filosofía tan compleja (y tan aburrida).