Vivimos en un mundo virtual en el que cada vez le damos más realidad a lo que existe en el ciberespacio, cada vez volcamos más atención y energía mental, e incluso afectiva, a lo que transcurre on line. Como en toda época de la historia, esta era exuda ambigüedad: desarrollos maravillosos para la humanidad se combinan con nuevas armas para la construcción de un sistema de dominación cada vez más eficiente. En el mundo virtual los algoritmos regulan casi todo. Los individuos somos datos, expuestos a nuevas ciberadicciones: la nomofobia, el miedo a salir de casa sin celular; el phubbing, ignorar a los otros en una reunión al refugiarnos en nuestros dispositivos móviles; o la tendencia a mostrarnos, ya no desde nuestro yo real, sino desde perfiles virtuales en las redes sociales.
¿Podemos celebrar una humanidad futura que escape de la realidad, sus cielos y mares, el espacio, la historia y sus conflictos, en la cual cada uno viva en su propio mundo virtual, con la promesa de que nos sentiremos más satisfechos allí que en el incompleto mundo real?
En este libro, el análisis de cada uno de los seis capítulos de la cuarta temporada de Black Mirror ––abundante en visiones posapocalípticas y distópicas en las que el futuro se convierte en el punto crítico de una gran destrucción––, no está destinado únicamente a fans embelesados por idolatrar un producto de entretenimiento. Al verla como una «ficción extendida», el autor busca extremar sus potenciales significados y conexiones con algunos de los grandes procesos culturales globales de la era virtual.