Existen insólitas recompensas cuando nos encontramos con un volumen de cuentos como Los papeles amarillos, del escritor sonorense Hugo Medina, ante el cual difícilmente podríamos determinar qué tanto hace suyos los elementos anecdóticos de estos relatos o se distancia de ellos para abordarlos, pero que convoca ante todo un estilo que se acerca con humor a los eventos que consigna y se sirve de la cultura popular en más de un sentido para inquietar. Este libro cumple ante sus lectores potenciales porque, lo mismo que la azarosa y absurda condición de sus personajes, nos ofrece un trayecto en el que podemos asumir la perspectiva narrativa de un asesino que es también un viajero temporal, un ridículo superhéroe que nos resulta harto familiar, una víctima de su propio apetito sexual, una artista que no cesa de cuestionar las apariencias de lo real, un periodista venido a menos o un libro que sustenta la dimensión en que vivimos; todo ello marcado por el vuelo de una guacamaya roja y su escándalo.