1945, cuando soldados norteamericanos que controlaban el poblado de Merkers oyeron hablar del lugar secreto y de lo que guardaba. Dos días después, dos oficiales del Ejército acudieron al lugar y, mediante un ascensor de setecientos metros de recorrido, llegaron hasta el corazón de la mina. Allí se toparon con el tesoro más grande de la historia hasta el momento: repartidos por los túneles, cuevas y recovecos, hallaron, entre otras cosas, mil millones de marcos guardados en quinientas cincuenta bolsas (en la imagen), ocho mil quinientos veintisiete lingotes de oro, monedas de oro francesas, suizas y estadounidenses, maletas con diamantes, perlas y piedras preciosas robadas a las víctimas de los campos de concentración, incluyendo algunos sacos de coronas dentales de oro... Este enorme tesoro suponía, según los cálculos, más del 90 % de las reservas del régimen caído, y había sido escondido por orden del doctor Fung, entonces presidente del Reichsbank.