En estos poemas la memoria se concentra en imágenes como partes de un rompecabezas: viajes, almuerzos, sangre de narices, sobrenombres y veranos, «una foto en el cerro San Cristóbal / peinado con limón entre mis padres». Episodios de infancia, adolescencia y juventud se despliegan sin nostalgia rutinaria, mientras un sujeto nacido a mediados de los 80 intenta establecer lazos —amorosos, fraternales, familiares— tanto en su ciudad de origen como en la que marca sus años de formación. El tiempo es aquí la mesa de trabajo donde se escribe cada estrofa, y la memoria supera lo individual para apuntar a lo colectivo: la carga específica de una época y lugares donde todo tiende a ralentizarse o a llegar tarde. Hijos únicos recibió el Premio Mejores Obras Literarias (MOL), categoría poesía publicada, 2017.