A través de las líneas fluyen una versatilidad de sentimientos eróticos.
Un deseo carnal sobreescribe el espacio “ocupa” por el vacío de las hojas, sexando versos emanados del interior de un volcán errático.
Un espacio clausurado por la “moralidad”, donde las ascuas sexuales son reprimidas, evitando que una mínima chispa descontrolada sea capaz de prender la llama que descerraje el celibato.
Escritos ardientes que emanan el deseo humano a través de flujos ardientes de lava intempestiva. El ocultismo sensual sale a la luz desencadenando letras oprimidas, sexando versos en los cuales resurge la pregunta, sin respuesta, de qué es lo socialmente correcto o incorrecto. Cuáles son los verdaderos sentimientos que manejan nuestros pensamientos.
Espacios y momentos reavivan necesidades prohibidas de pasión, deseo, lujuria y desenfreno hasta alcanzar el éxtasis corporal y mental en orgasmos consensuados.
Palabras mudas y sordas desechadas, entre las cuales únicamente se destierran sonidos guturales de gemidos, susurros, suspiros y jadeos, provocados por el cabalgar, unas veces compensado, otras descontrolado, de una danza sexual que nos lleva al clímax.