Y a tan continuo vértigo,88
a tan funesto encanto,
a tan horrible canto, 1620
a tan tremenda lid,
entre los brazos lúbricos89
que aprémianle sujeto,
del hórrido esqueleto
entre caricias mil, 1625
jamás vencido el ánimo,
su cuerpo ya rendido,90
sintió desfallecido
faltarle, Montemar;91
y a par que más su espíritu 1630
desmiente su miseria
la flaca, vil materia
comienza a desmayar.