«Lector, no quieras ver en este libro una guía, un protocolo, un método, pues no es un compendio de consejos, ni de preceptos, ni de vías para alcanzar meta alguna. Lo que encontrarás en estas páginas serán fragmentos hilvanados, reflexiones de un viejo corredor en las que se mezclan el correr con el dibujar y la orografía con la vida. Correr y dibujar han devenido, con el paso de los años, dos de mis actividades nucleares. Empecé a dibujar casi al mismo tiempo que empecé a correr.
Descubrí la cortísima distancia que separaba la mano de la mirada, el ojo de la pisada, el lápiz de lo que la mente captaba. Dibujar es una manera de mirar despacio. Correr campo a través es percibir el tiempo geológico, entender que todo, incluso lo pétreo, está siempre en constante movimiento. Así que corre a menudo. Trota tranquilo. Déjate llevar por el terreno. Mira cuando corras. Mucho se habla de las piernas y pies del corredor, pero lo fundamental es mirar, atender la orografía. Anciano corredor, cuida tu mirada. Evita las caídas. Pero si caes, no te resistas. Hazte uno con el suelo. No compitas. No corras para obtener triunfo alguno. Cuando corres te descubres. No intentes superarte a ti mismo, no intentes superar al terreno. Respira tranquilo. No hay metas. El horizonte es la meta. El horizonte nunca llega».