Ante esa realidad, resulta necesario un nuevo enfoque de la gobernanza territorial, que permita coordinar y articular estos procesos de decisión y el impacto de los mismos sobre el territorio a través de mecanismos multinivel, tanto en su dimensión vertical (de lo local a lo regional) como desde la perspectiva horizontal y transdisciplinar (entre ámbitos temáticos, departamentos y áreas de las correspondientes administraciones, etc.).
La participación territorial no puede limitarse únicamente a la creación de una serie de canales, organizados por escalas, que vehiculen la participación de los distintos grupos de agentes. Por ello, el proceso ha de contemplar la necesidad de generar estructuras de gobernanza claras y operativas que permitan realizar las necesarias labores de concertación multinivel —entre agentes de diferente naturaleza y diferentes escalas— para, a su vez, alcanzar acuerdos.