Temas como la sinceridad, el secreto confesado, la verdad última, la identidad auténtica, tanto de los propios diaristas como de las personas de su entorno, junto a la creencia de que todas las maravillas pueden ser escritas en un diario, son presupuestos tentadores. No obstante, lo que motiva este ensayo es una experiencia de lectura que capta la escritura diarística de dos escritores, una concepción y una práctica particular de la escritura, pues en ella logra exponerse con intensidad la insistencia en la imposibilidad de actualización en una forma de escribir que se busca desesperadamente. Con mayor precisión: más que en una obra, un estilo o un género, la escritura se plasma en la potencia de una materialidad, y en dos éticas, una de la impotencia y otra de la creación de un personaje diarista.