algunas noches
llamo
a nuestro número
desde el árbol
solo para oírnos
juntos
en el contestador
diciendo aquello
que conozco de memoria
y suena hoy
mucho más triste
y real
que antes
(hola!, no estamos en casa ahora...)
y observo el teléfono
ardiendo
a través de la ventana
y vuelvo a llamar
una y otra vez
mientras nuestras voces
se evaporan
en la noche
y las lágrimas
que se estrellan en el césped