El hecho de que una persona haya visto algo, con sus propios ojos, desde hace tiempo se considera parte del proceso judicial, sin embargo, nunca se le dio el lugar prominente que ocupa hoy en día, principalmente porque nunca se le tuvo respeto a la opinión de ninguna persona en particular por el hecho de ser persona. Es decir, en otras épocas, el hecho de existir como ser humano no le adjudicaba a uno la plena capacidad de afirmar algo y de ser, al mismo tiempo, la prueba de lo que afirmaba.