culto al nacimiento es una imposición de la naturaleza. Por eso no hay que buscar en la publicidad a favor del crecimiento de la población ningún argumento racional. ¿Cree usted que se oye la voz de Jesús a través de la moral de la Iglesia con respecto al aumento de la natalidad o que es Marx quien habla a través de la propaganda estatal comunista de la procreación? Por el puro deseo de conservar la especie, la humanidad pronto acabará por ahogarse en su pequeña tierra. Pero la publicidad a favor de la natalidad sigue en sus trece y el público llora enternecido cuando ve la imagen de una madre dando de mamar o la de un crío gesticulando. Me repugna todo eso. Cuando imagino que, junto a otros millones de entusiastas, debería inclinarme con una sonrisa estúpida, ante un cochecito, me corre un escalofrío por la espalda.