a la literatura se le aprecia como vía de salvación y al lenguaje, mucho antes de cualquier dócil y colonial recepción de las investigaciones estructuralistas, se le considera instrumento precioso y venerado, a veces incluso no en acción sino en reposo perfecto y escultural. El complemento y la síntesis de estas alternativas: la cultura, vale decir la sensibilidad que, al cohesionar, da a la persona ubicación y sentido o, al no existir, convoca al aplastamiento.