A menudo se emplea el concepto “apropiación” vinculándolo a las tecnologías o al paradigma digital, pero sin problematizarlo o definirlo. Es por ello por lo que, frecuentemente, se lo asimila a la propiedad personal, es decir, a la acción de tomar para sí un objeto o recurso, de poseer y ser dueño de un bien tecnológico considerando sólo su dimensión material. No obstante, la incorporación de las innovaciones digitales a la vida de los ciudadanos pasa por un proceso más complejo que, desde mi perspectiva, puede segmentarse en tres etapas: acceso, uso y apropiación.