Tal vez muy pronto, en la nueva casa en que viviría ella (sola) con David, estuviera viendo un día la televisión y allí en las noticias de Berlín, Madrid, Los Ángeles, Buenos Aires, apareciese Ben, un poco distanciado de la multitud, mirando fijamente a la cámara con sus ojos de duende, o buscando entre los rostros de la multitud otro de su propia especie.