Medea me cantó un corrido

Una vez vi a una señora, creo que psicóloga, decir en un TikTok que les digan a sus hijos que son chingones o un día va a llegar un verbeador y se los va a decir nomás para llevárselos a la mierda. Sé que suena a discurso barato, pero es verdad, carnal. El compa nos endulzó el oído y luego nos dice: ¿No quieren trabajar para mí?, es fácil. Ahorita mismo les doy un iPhone del más nuevo y mañana se salen a ruletear tal y como andan en las patinetas rayando paredes. Nomás me avisan sobre los puntos de venta de droga y las movilizaciones del gobierno, les ofrezco mil quina a la semana y todo lo que ocupen para trabajar: latas de pintura, unas tablas nuevas, unos audífonos.

Aceptamos en corto.

les aterra escribir sobre una mujer que les corte los huevos a los infieles.

Porque en su imaginación solo existen las mujeres unidimensionales.

Plantas.

O dadas a la bondad angelical o perversas dadas a la mierda.

Pero somos ambas.

Y al mismo tiempo

Me quedo aquí porque Aztlán es complejo, como aspiro a serlo yo. Aztlán es terrible y violento, pero también es hermoso y lleno de resistencia. Me quedo en Aztlán para alcanzar la redención. Pero no una redención que santifica o que justifica, no. Una redención que abraza la mierda y la vuelve resistencia

Aprendí que maternar también es escarbar en la tierra buscando huesos para traer a los hijos, las hijas, les hijes a casa

Vi el desierto tapizado de cruces rosas en memoria de mujeres asesinadas por hombres que querían conquistar la tierra, el poder y la gloria. Por Jasones. Pensé en lo cerca que estuvieron sus manos de mi cuello. Pensé en que, si le hubiera estorbado, me habría matado, porque para ellos es muy sencillo deshacerse de nosotras.

Ahí purgué, sí, todas mis melancolías amorosas. Empecé por aceptar mi responsabilidad más allá del designio de los dioses, porque si algo he aprendido en Aztlán es que el libre albedrío precede a los augures, pájaros de mal agüero, encantamientos y destinos fatales

En la feria del Señor de las Aguas Ardientes pude sanar la herida que me dejó el falso amor de Jasón y, sobre todo, lo estúpida que fui, al ser la mujer del proceso. La mujer que lo convirtió en todo lo que es y a la que luego dejó por otra. Una los hace héroes y otras disfrutan de la heroicidad

Entonces, para no desquitarme tanto, porque sí los maltrataba, para qué te digo que no, para no maltratarlos tanto los mandaba a la calle a trabajar. Pensé que así iban a estar a salvo de mí. Pero nunca pensé que había mucha gente pasada de verga en las calles

Carlos, participante de mis talleres que era entusiasta del chido de Albert Camus y El mito de Sísifo, sostuvo que los corridos bélicos muchas veces tienen la misma vibra que los planteamientos de Camus. No en su premisa más básica de si la vida merece o no ser vivida, sino de que los cantantes de los corridos bélicos están conscientes de su cercanía con la muerte, saben que un día con otro se los carga Pifas, entonces viven en consecuencia.

La maña recorrió mi barrio como un fantasma, como el tomatodo de la Guardia Nacional, como un vampiro hambriento