Un país barato y exótico.
Encontré todo eso, pero también belleza.
Belleza en su sentido más puro.
Belleza que rozaba lo sublime.
Y decidí quedarme con esta gente que es sobreviviente.
Que, frente al horror, llora,
pero también baila cumbias.
Que, ante la guerra, toma un fusil, pero también abraza la ternura.
Decidí quedarme con esta gente que se aferra
a que los dioses no tengan la última palabra.
Con esta gente que llora su desgracia,
que se burla de la muerte,
que, frente a la guerra, se aferra a la sobrevivencia desde el afecto.
Viajé de aquí para allá