Hot for Slayer by Ali Hazelwood

. Deseaba viajar. Deseaba reír. Deseaba baladas, bailes y cuentos. Deseaba una vida que no podía tener, lo cual era, aparentemente, mi mayor defecto. A pesar de estar obligada por la Regla Benedictina a rezar ocho veces al día, la abadesa aún encontraba tiempo para recordarme que si seguía codiciando un futuro que no me pertenecía, terminaría en agua helada por toda la eternidad, y mis huesos se pudrirían dentro de mi cuerpo. Su credibilidad puede haber quedado ligeramente mermada por el hecho de que también creía en juzgar al ganado por su mal comportamiento y en depilarse completamente las cejas. (Lamentablemente, no puedo recomendar crecer en un pequeño convento situado en la Anglia Oriental del siglo VIII). Aun así, no se equivocaba conmigo: siempre quiero cosas que no me pertenecen «todo el tiempo». La principal de ellas: la compañía.

Eres un vampiro? —le preguntaré a un niño con una preciosa capa de terciopelo, mientras le entrego una barra de chocolate grande.

Él asentirá, feliz.

—Y yo soy un cazador de vampiros —me dirá su amigo.

—Qué raro, ¿eh? —me susurrará Lazlo al oído, atrayéndome hacia su sólido calor. Sus largos brazos me rodearán el torso, y yo sonreiré y pensaré para mis adentros: «Raro. Pero han pasado cosas más raras».

un vampiro? —le preguntaré a un niño con una preciosa capa de terciopelo, mientras le entrego una barra de chocolate grande.

Él asentirá, feliz.

—Y yo soy un cazador de vampiros —me dirá su amigo.

—Qué raro, ¿eh? —me susurrará Lazlo al oído, atrayéndome hacia su sólido calor. Sus largos brazos me rodearán el torso, y yo sonreiré y pensaré para mis adentros: «Raro. Pero han pasado cosas más raras».