Un cuento de brujas

–¿Y para qué son los relojes? ¿Por qué hay tantos en mi árbol?

–Los relojes representan a las vidas que has salvado –le explicó la bruja–. En algún momento, en algún lugar, esas personas se perdieron. Sus árboles fueron desplantados, por decirlo de algún modo. Pero gracias a algo que tú dijiste o hiciste, encontraron la fuerza para salir adelante. Si bien tu reloj se detuvo, tu árbol nunca dejará de crecer por todas las vidas que has tocado.

pero nadie abandona este mundo sin lograr exactamente lo que estaban destinados a lograr. Esa es la regla de la vida.

La vida se supone que debe ser medida por el propósito. Todos nacen con un propósito, ya sea que elijan creer en él o no.

Aun así, me parece injusto que algunas personas tengan más tiempo que otras –dijo Brystal.

–Todo parece injusto cuando lo mides con las herramientas equivocadas

–No se diga más –dijo Hilvana–. Ya nos habías convencido con el peligro.

Vivir con semejante secreto debió haber sido una tortura, pero sacrificó su propia paz mental para proteger la nuestra. Incluso mientras una maldición la estaba haciendo sentir miserable, ¡Brystal nunca dejó de ponernos a nosotros primero! ¡Y ahora ella está en problemas y necesita nuestra ayuda! Entonces, ¿vamos a quedarnos paradas aquí llorando viejas heridas o vamos a salvarla?

Abi, ¿tú qué opinas? –le preguntó Hilvana–. Tú siempre tienes la razón en todo.

–Creo que está traicionando a to-to-todos en una búsqueda barbárica de po-po-poder para llenar un va-va-vacío profundo causado por una infancia so-so-solitaria y sin amor.

De hecho, señorita Mara, ya que estamos hablando de deshonestidad, tenía algo que quería sacarme del pecho –confesó mientras bajaba su ballesta–. Nunca me importó hacer pagar a la humanidad. Te engañé a ti tanto como los engañé a ellos.

Pero la mayoría de la gente elige el amor. Y por eso estamos aquí, para asegurarnos de que el odio no gane.

Riesgoso o no, no dejaré que vayas sola. El mundo puede vivir sin un príncipe, pero solo tiene una de ti.