Sólo quedan de García Márquez sus palabras. Una docena de novelas, un volumen con todos sus cuentos, varios reportajes inolvidables, otro libro con sus discursos, centenares de entrevistas y reportajes, cinco volúmenes con sus columnas periodísticas –según algunos testimonios, una novela inédita— y en todos ellos hay episodios luminosos que le brindan, incluso al más desprevenido de sus lectores, muchos momentos de satisfacción. La única memoria perdurable y el mejor, más sentido y más valioso homenaje –a alguien que durante toda su vida repitió con firmeza «escribo para que mis amigos me quieran más»— es la lectura de sus obras.